#VenezuelaSeArregló
- Nurit Mitani
- 10 oct 2021
- 3 Min. de lectura

Montaje: Nurit Mitrani.
¿Qué vaina es esta? ¡Na’ güevoná[1]! Después de 22 años de chavismo, Venezuela se arregló.
Leyendo el Diario As, France24 y la mismísima “voz de Perú” (RPP), me enteré de que “La Pulga” llegó al país el 31 de agosto para jugar las clasificatorias del Mundial de Catar. Dos semanas después, el catire[2] youtuber mexicano, Luisito Comunica, nos avisaba a sus 37.3 millones de seguidores que se compró una casa de playa en Lechería, Estado Anzoátegui. Mientras tanto, las chamitas[3] influencers de “Tiktok Venezuela” subían un vlog deleitándose con sushi al canal de Ángeles Hernández, una de ellas. Pa’rematar, mi Instagram personal estaba repleto de fotos de gente flaca, rica y bronceada que conozco echándose unos palos[4] en las playas caribeñas.
En fin, septiembre de 2021 fue una rumba[5] en Venezuela. Tal vez sea por esto que 42.000 panas en Perú quieren regresar a casa, asunto que Castillo y Maduro no pudieron evitar conversar durante la Cumbre de la CELAC ese mismo mes. Qué bolas, ¿no?
Hoy mi país no es el mismo que dejé hace 6 años. Pero no por eso me como el cuento[6] de que la escasez, inseguridad, censura, inflación e inestabilidad política que me tocaron vivir en carne propia, se extinguieron como por arte de magia. Como en el mundo animal, los que sobreviven son los más fuertes. Los demás siguen víctimas de sus circunstancias.
Si lo que digo no es paja[7], ¿cómo explico a todos esos famosos y faranduleros que se andan paseando por el país como si fueran la caravana de la nueva Miss Venezuela? Messi estuvo entrenando en el Deportivo La Guaira porque no le quedaba de otra. O se bajaba en el Aeropuerto de Maiquetía o la selección argentina se despedía del mundial. El caso de Luisito no es muy distinto. Viajó porque vive de hacer reportajes turísticos que le generan miles clicks y aún más ganancias.
Ajá, ¿pero y qué pasa con las muchachitas de Internet? También están allá y se las ve chévere. Eso no lo niego. Aunque aquí sí tengo que aclarar una vaina. Venezuela es un país de contrastes: mientras una élite vive la vida loca, el resto se hunde en la miseria. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2021, publicada por la Universidad Católica Andrés Bello[8] este 29 de septiembre, Venezuela es el país más desigual de América. Su índice de Gini alcanza la cifra de 56.7, la cual simple y llanamente indica que existe una inmensa brecha de desigualdad entre sus pobladores. Como dice mi padre: el que tiene plata, hace lo que quiere (y publica en redes su versión privilegiada de la realidad).
“Hoy Venezuela puede camuflar su miseria”, escuché decir en el podcast de unos barquisimetanos[9] hace una semana. Mejor que los chicos del programa “Bien Puestas” no lo podría haber dicho. Por desgracia, el diablo sabe más por viejo que por diablo. Para quienes conocemos Venezuela, resulta obvio que su tan mentada inseguridad, escasez de gasolina e hiperinflación siguen intactas.
Este 1ro de octubre, Luisito publicó el storytime de cómo la policía lo detuvo al intentar entrar a uno de las zonas más movidas de Caracas. Y es que, por más de que los venezolanos de a pie no publiquen en sus redes lo salvaje que está la calle, este año “está demostrando un repunte en la violencia producto de enfrentamientos entre bandas criminales”, sostiene el medio DW en una nota de este julio.
Siendo uno de los países con mayores reservas petroleras, la gente hace cola[10] para cargar el tanque de su carro. Venezuela ya no tiene más gasolina que “darle” a Daddy Yankee. Además, se intenta tapar el sol con un dedo al quitarle (de nuevo) 6 ceros a la moneda nacional. Para más ñapa[11], la economía está dolarizada en un país donde el dólar estuvo prohibido.
El tan difundido #VenezuelaSeArregló es más una ironía que una realidad. Para mí, es una expresión de deseo casi imposible, pues hoy Venezuela es un paraíso solo para los pocos que pudieron hacer ojos ciegos a la crisis. Para quienes conocemos la realidad, las redes no pueden vendernos espejitos por oro.
[1] Expresión grosera de asombro.
[2] Expresión que alude a personas de tez y/u ojos claros, así como cabello rubio.
[3] Forma de decir jóvenes adolescentes. En Perú, sería como decir “chibola”.
[4] “Echarse unos palos” refiere a beber alcohol. En Perú sería similar a “salir a chupar”.
[5] Fiesta.
[6] En este caso, “comer el cuento” es sinónimo de “creer la mentira”.
[7] En este contexto, la palabra “paja” significa mentira.
[8] Esta universidad caraqueña también se conoce como UCAB.
[9] Persona oriunda de Barquisimeto, la cuidad capital del Estado Lara, en Venezuela.
[10] “Hacer cola” significa “hacer fila”.
[11] “Para más ñapa” es una frase que coloquialmente indica una adición. Es como decir: “la cereza sobre el pastel”.
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