Pobres en un país rico

Escribe: Gabriela Llontop

Ilustración: Gabriela Llontop.

Más allá de la escasa cantidad de monedas en los bolsillos, es preciso aceptar que la pobreza no es un término exclusivo para aludir solo al nivel socioeconómico. La pobreza, muchas veces, puede hacer referencia a la incapacidad de análisis o a nuestra carencia de léxico, en un concepto más general, ser pobre bien puede significar ser ignorante.

En medio de la incertidumbre que azota a nuestro país, hemos sido testigos de sucesos casi inimaginables para muchos: El cierre de un congreso, vacancias presidenciales, marchas que claman la insurgencia de los pueblos y hasta una segunda vuelta que animó a muchos marcar con un aspa el recuadro de alguien que jamás pensaron. Nos hemos vuelto parte de la historia.

La política es, sin lugar a dudas, unos de los temas más acalorados en los almuerzos familiares o en las tertulias de media tarde entre los peruanos; sin embargo, hay quienes prefieren no ser parte. La apolítica también se ha hecho presente dentro de este panorama y, pese a que no considero que la actitud de aquellos que se hacen a un lado frente a estos temas relevantes esté mal, sí cuestiono a quienes lejos de mantenerse al margen actúan como si nada pudiese afectarles.

No tener una ideología política no es un delito, pero no asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos frente al contexto político en el que nos encontramos, sí. Esto no solo demuestra que quienes se abstiene a emitir un juicio, lo hacen por evitar peleas absurdas o el rechazo de sus conocidos, sino que también revela lo poco instruidos que están algunos para tomar una posición y defenderla con ímpetu. Por supuesto que el Perú es un país rico en cultura y tradiciones, no obstante, muchos de quienes lo habitan han demostrado ser muy pobres para defender lo que piensan y sienten con rigor. La política nunca va a terminar y, por el contrario, siempre seguirá siendo un tema relevante del cuál muchos estemos tentados a opinar. Así que, es necesario tomar una postura y tener el coraje para defenderla, porque si no, seguiremos siendo pobres de mente en un país indudablemente rico.